jueves, 26 de abril de 2012

Fuck all.

Es jodido, pero me da la impresión de que solo perdiéndote sabré lo que he tenido al lado durante todo este tiempo. La misma historia de siempre. La misma   M I E R D A.

martes, 24 de abril de 2012

One and only.

Hay veces que es necesario parar por un momento y recapacitar sobre uno mismo y sobre todo aquello que nos rodea, sobre aquellas personas que están a nuestro lado día a día, aquellas a las que tanto queremos y a las que deberíamos agradecer que sigan ahí. Sí, creo que es necesario parar por un momento y recapacitar, y pensar cuantas palabras de afecto no se dicen por parecer obvias y no sólo eso, si no la falta que éstas nos hacen. Porque al fin y al cabo son esas cosas tan obvias a simple vista las que más necesitamos oír, las que tanto nos gustan. 

Es por ello por lo que me gustaría darte las gracias, mi vida, porque quizás no lo haga con tanta frecuencia como debería y lo siento si ha sido así. Gracias por todo lo que haces por mi, por hacerme volar y por tu ilusión. Gracias por esa ilusión que tanto me gusta, gracias por tu empeño y dedicación, por tus detalles, por tus besos y caricias, por tu amor. Gracias por darme tu tiempo y por hacer que el mio vuele. 
Gracias por un trece de enero, por un ocho tumbado...

Te amo.

sábado, 21 de abril de 2012

Poema XX

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.

Escribir, por ejemplo: «La noche está estrellada,
y tiritan, azules, los astros, a lo lejos.» 

El viento de la noche gira en el cielo y canta.

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Yo la quise, y a veces ella también me quiso.

En las noches como ésta la tuve entre mis brazos. 
La besé tantas veces bajo el cielo infinito. 


Ella me quiso, a veces yo también la quería. 
Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos. 


Puedo escribir los versos más tristes esta noche. 
Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido. 


Oír la noche inmensa, más inmensa sin ella. 
Y el verso cae al alma como al pasto el rocío. 


Qué importa que mi amor no pudiera guardarla. 
La noche está estrellada y ella no está conmigo. 


Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos. 
Mi alma no se contenta con haberla perdido. 


Como para acercarla mi mirada la busca. 
Mi corazón la busca, y ella no está conmigo. 


La misma noche que hace blanquear los mismos árboles. 
Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos. 


Ya no la quiero, es cierto, pero cuánto la quise. 
Mi voz buscaba el viento para tocar su oído. 


De otro. Será de otro. Como antes de mis besos. 
Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos. 


Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero. 
Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido. 


Porque en noches como ésta la tuve entre mis brazos, 
Mi alma no se contenta con haberla perdido. 


Aunque éste sea el último dolor que ella me causa, 
y éstos sean los últimos versos que yo le escribo.


Pablo Neruda.




domingo, 8 de abril de 2012

Una vez más los recuerdos volvieron a escaparse del baúl . . .

He tratado durante mucho, mucho tiempo de deshacerme de ellos sin darme cuenta de que hacerlo me resultaría tan complicado como parar el tiempo una tarde de verano bajo el cielo de Debod. 
Qué pretensión tan ambiciosa. Al fin y al cabo la intención no iba más allá de deshacerme de una pequeña parte de mi misma, una parte que odiaba y anhelaba al mismo tiempo, una parte que me rompía por dentro, que sangraba con el más mínimo roce. 
Mi único recurso era el tiempo, pero el paso de los meses lo hacían cada vez menos tangible. 


¿Qué hacer? Nada. No podía hacer nada, acababa nuevamente sumida en el mismo día a día, en la misma mierda,  intentando deshacerme de mi misma, de aquello que me recordaba que ya no estabas aquí. Por un momento no había horario ni motivos para que lo hubiera, tampoco calendario. Sumida durante tanto tiempo en algo tan etéreo y en mis sueños tan palpable que acabé por creerlo, pero nuevamente despertaba y todo seguía como la última vez. Ya no había límites ni gente que los saltase, ¿sabes? Tampoco pretendí que los hubiera. 


Tiempo y más tiempo. Las cosas seguían su curso y aunque parecía que nunca vendría la calma, la agonía no es eterna y menos mal. 

Sí, los recuerdos volvieron a escaparse del baúl... pero hoy ya no duelen.